Estrella Digital, 14 de marzo de 2002


Las mujeres afganas denuncian que la Alianza del Norte comete los mismo crímenes que los talibanes

La portavoz de la asociación Rawa pide a occidente que lleve "a los culpables de crímenes de guerra ante el Tribunal de La Haya"

EVA CABALLERO | Bilbao

Shala Azad es el nombre ficticio de una mujer que no puede mostrar su rostro a las cámaras para evitar ser identificada en su país, Afganistán. Su militancia en la Asociación Revolucionaria de Mujeres Afganas, Rawa, le puede acarrear la cárcel o incluso la muerte, de ahí que comparezca ante los medios de comunicación de espaldas para explicar la situación de emergencia por la que atraviesa su país, del que tuvo que huir, y los cinco millones de refugiados que malviven en Pakistán y otros países.

Shala Azad desgranó ayer en el Parlamento vasco los horrores de 25 años de guerra que han convertido el país en "un cementerio". La desesperanza de un pueblo que ve como los cambios en el poder no traen la libertad y la democracia, ni siquiera tras la fulminante invasión de Estados Unidos y la caída del régimen talibán. Y habló, como hará de nuevo hoy ante el lehendakari, Juan José Ibarretxe, de la lucha de las mujeres de Rawa, asociación clandestina en Irán y a duras penas permitida en Pakistán. Las mujeres que a las que se impide el acceso a la educación y a la sanidad y que son quienes se encargan de los colegios, hospitales y orfanatos en los campos de refugiados.

A sus 27 años, recae sobre los hombros de esta joven refugiada en Pakistán el peso de trasladar al mundo la crisis humanitaria que vive el pueblo afgano y denunciar la permisividad de los Gobiernos que apoyan política y financieramente a los grupos integristas. Como portavoz de la Comisión de Relaciones Exteriores de Rawa, Shala Azad reivindica el necesario apoyo internacional para denunciar ante el Tribunal de La Haya los crímenes cometidos por los gobiernos de la Alianza del Norte y de los talibanes contra la mujer afgana, cuyos derechos han sido y son sistemáticamente vulnerados. Una empresa en la que el Gobierno vasco se ha comprometido con la firma de un protocolo de colaboración que supone para Rawa la primera ayuda oficial procedente de una institución occidental.

Euskadi Estrella: La caída del régimen talibán auspiciada por Estados Unidos parecía el principio del fin del sufrimiento del pueblo afgano

Shala Azad: Afganistán lleva 25 años en guerra. Primero fue la invasión soviética, luego los integristas y luego los talibanes. Se equivocan quienes piensan que son luchas tribales, o de grupos étnicos. Son producto del ansia de poder sufragada con dinero de Occidente. Tras los atentados del 11 de septiembre y la guerra de Estados Unidos contra el régimen talibán se abrió un rayo de esperanza en Afganistán. La llegada poder de la Alianza del Norte, que ya gobernó el país entre 1992 y 1996, ha supuesto, sin embargo, que nada haya cambiado.

En el primer gobierno integrista de la Alianza llamaban a las escuelas "puertas del infierno". Cerraron hospitales y colegios. Hubo violaciones sistemáticas de mujeres, desde niñas de 12 años a mujeres de 75. Las detenciones y los secuestros se convirtieron en la rutina diaria y cuando llegaron los talibanes en 1996 nada cambió. Sus mentes son iguales.

E.E: Sin embargo dieron la vuelta al mundo las imágenes de mujeres que por primera vez en mucho tiempo mostraban su rostro en público. Vimos hombres que hacían cola ante el barbero para afeitarse, con la radio a todo volumen después de años de silencio. Vimos una explosión de alegría en las calles.

S.A: Los grupos que han gobernado Afganistán desde 1992 han cometido todo tipo de atrocidades de manera que cualquier atisbo de cambio se vive con alegría. Eso fue lo que pasó tras la huida de los talibanes. Esas fueron las imágenes que se vieron en todo el mundo. Pero no hay que olvidar que cuando los talibanes llegaron al poder en 1996 la población afgana también les dio la bienvenida porque, en los primeros días, pensaron que iban a traer más seguridad. Luego, en pocos días, empezaron a anunciar las medidas de restricción contra las mujeres y la situación se volvió muy dura. Ahora la situación es similar. Los talibanes se han ido pero ha vuelto la Alianza del Norte. Nada ha cambiado. Efectivamente, hubo unas pocas mujeres que se quitaron el burkha, se reabrieron los cines, pero ese no era el problema de Afganistán. La falta de seguridad que existe es, con diferencia, el mayor problema que sufre la población civil. Incluso en la época de los talibanes había más seguridad porque había un Gobierno y existía el temor a los castigos que aplicaba a quienes no seguían sus reglas.

Ahora mismo Afganistán está dividido en zonas en las que mandan comandantes militares con plenos poderes para hacer lo que les venga en gana. Es un país sin ley. No hay un Gobierno fuerte que dicte leyes y las decisiones las toman los diferentes jefes militares, con lo cual el nivel de seguridad es inferior al que existía con los talibanes.

E.E: ¿Qué papel juega la asociación Rawa en esta situación?

S.A: Desarrollamos actividades en dos planos: en el político llevamos a cabo manifestaciones, nos reunimos para mantener las comunicaciones en diferentes campos de refugiados de Pakistán, insistimos en la denuncia internacional de las violaciones de los derechos de las mujeres. En el plano social, en Pakistán nos encargamos de colegios, hospitales y orfanatos. Además organizamos talleres para mujeres e impulsamos manifestaciones culturales. En Afganistán realizamos las misma labores pero de forma clandestina. A través de nuestra página web, www.rawa.org ponemos a disposición de todo el mundo nuestro trabajo y nuestras propuestas de solución.

E.E: Propuestas que cuesta hacer llegar a la comunidad internacional

S.A: Ha habido mucha indiferencia. Nosotras trabajamos para conseguir un Gobierno democrático que no utilice la religión como un arma. Estaríamos dispuestas a trabajar con ellos, pero antes la comunidad internacional debe comprender que no se puede apoyar a los fundamentalistas y debe garantizar el desarme de estos grupos.

E.E: ¿Qué actuaciones se plantea Rawa para combatir la indiferencia internacional?

Shala Azad: En los últimos 25 años Afganistán ha sido totalmente olvidado por la comunidad internacional, que sólo desde los atentados de 11 de septiembre ha mostrado algún tipo de interés. Con la llegada al poder de la Alianza del Norte la terrible situación que vive mi país ha sido de nuevo olvidada. Los medios de comunicación, además, jugaron un papel muy negativo durante los años de la invasión soviética y, de nuevo, vuelven a trasladar una imagen errónea de lo que sucede en Afganistán al decir que la situación ha mejorado y que la violencia contra las mujeres es consecuencia de las guerras entre tribus. El principal objetivo de Rawa es dar a conocer lo que realmente está pasando en nuestro país al mundo en general y, especialmente, a los gobiernos que dan cobertura a los diferentes grupos fundamentalistas en lugar de apoyar a los demócratas. Reclamamos a Naciones Unidas, a Estado Unidos y a la Unión Europea que dejen de considerar a los integristas como representantes del pueblo afgano y que les ayuden en el desarme de los grupos fundamentalistas y, al mismo tiempo, colaboren con nosotras para llevar ante el Tribunal Internacional de La Haya a los responsables de la violación de Derechos Humanos.

E.E: ¿Qué papel cree que debe jugar Estados Unidos?

S. A: Siempre hemos denunciado la política exterior que viene desarrollando Estado Unidos sobre Afganistán. A raiz de los atentados del 11 de septiembre consideramos que era un gran momento para que cambiase su actitud pero, desgraciadamente, una vez más vemos como el Gobierno norteamericano se dedica de nuevo a apoyar en el plano político y en el financiero a los mismos grupos fundamentalistas que sembraron el terror en Afganistán entre 1992 y 1996. El primer país en el que pensamos cuando pedimos que cese el apoyo a los integristas culpables de crímenes contra la humanidad es Estados Unidos.

E.E. Recientemente han firmado en Pakistán un acuerdo de colaboración con el Gobierno vasco por el que este se compromete a apoyar sus actividades en el plano jurídico, político y económico. Algún otro Gobierno occidental se ha dirigido a ustedes para mostrar su deseo de colaborar con Rawa?

S.A: Desde 1977 nunca hemos recibido el apoyo de ninguna institución pública. El Gobierno vasco es el primero que de forma oficial se ha acercado a Pakistán para conocer de cerca la realidad de los refugiados afganos. Espero que en el futuro sigan los contactos con las instituciones vascas.

E.E: ¿Es difícil mirar con esperanza el futuro?

S.A: Nadie sabe qué es lo que puede ocurrir porque los cambios en Afganistán se producen de un día para otro. De todos modos, el estado de la población civil es de auténtico desánimo. Las miles de personas que abandonaron sus casas y sus pueblos en la época de los bombardeos de Estado Unidos no huyeron por miedo a las bombas sino del que les producía el regreso de la Alianza del Norte. Hay informes de periodistas que han visitado Afganistán tras los bombardeos que dicen que muchos de los pueblos están completamente desérticos por el temor de la población a las tropas de la Alianza. Recuerdan las violaciones de mujeres, las muertes y les tienen miedo.





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