EL PAÍS, 9 diciembre 2000 - Nº 1681


La reunión feminista de Córdoba denuncia la opresión de las afganas

TEREIXA CONSTELA, Córdoba

La lucha por los derechos de la mujer avanza a diferentes velocidades y, en algunos lugares, ha retrocedido tanto que pertenecer al sexo femenino garantiza los peores atropellos. Las asistentes a las jornadas feministas de Córdoba recibieron ayer con horror el testimonio de Behjat, representante de la Asociación de Mujeres Revolucionarias de Afganistán, que denunció el régimen de terror impuesto por los talibán, cuyas víctimas son las mujeres.

Behjat desgranó, durante su intervención en la mesa central dedicada al Feminismo desde otras culturas, una retahíla de violaciones de los derechos humanos, que abarcan desde la prohibición del acceso a la educación de las mujeres a medidas como la imposibilidad de operarse en un hospital por un equipo médico de varones.

"Y todas las mujeres, excepto algunas enfermeras y doctoras, han sido despedidas de sus trabajos", agregó sin pizca de ironía. La representante de Rawa, una organización fundada en 1977 para luchar por los derechos de la mujer en Afganistán, explicó que sus compatriotas son forzadas a vestir "un sudario de la cabeza a los pies llamado burkha" y a caminar sin hacer ruido "para no corromper a los hombres".

Después de recordar las violaciones que sufren "madres, padres y hasta niñas de 4 años" por los talibán, Bejhat reprochó "el silencio" internacional ante "la tragedia" de Afganistán en un momento en el que "vivimos en la aldea global". Sin embargo, la jornada de ayer dejó patente que, mientras la globalización económica avanza a un ritmo trepidante, la universalización de los derechos de la mujer camina a paso lento.








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